martes, 10 de enero de 2012

Imperfecta.


Hoy, el ambiente huele a sal, la marea está ligeramente más alta que normalmente y en el cielo no hay nubes. No hay ni un alma en las calles, están completamente vacías, exceptuando en el puerto donde cuatro marineros hablan gallego cerrado mientras limpian su barco. Es el día perfecto para pasear, y yo, aprovechando el rayito de sol en un día tan frío he cogido mi bicicleta para dar una vuelta. Me apetece pensar, y voy hasta el puerto. El sol empieza a calentar mi cara helada, y me encanta la sensación de la leve brisa sobre mi pelo. Ahora que lo pienso, es el día perfecto para que tú me acompañes con tu bicicleta, y quizás me regales un par de besos al final del recorrido.
Cuando yo llego al final, me encuentro a un par de pescadores con sus cañas hacia el mar abierto, y otros tantos que simplemente se sientan en las rocas y disfrutan del paisaje y el silencio. Bendito silencio, un silencio perfecto,  pero efímero ya que se rompe cada quince minutos con el ruido del motor de un barco; pero esta vez lo rompo yo con el castañeteo de mi bicicleta, aún así, ese silencio me encanta. Ni siquiera se oyen a las gaviotas, que parecen mudas volando al viento. Amo este silencio, no se parece a nada al que hay en la soledad, ese me hiela, me desconcierta, me da escalofríos, este no.
Y ahora pienso que, si pudiese escoger un lugar donde nacer sin duda diría Sada; porque no me valdría cualquier pueblo marinero del norte, no, Sada es especial. Y eso que amo Estados Unidos, pero no soportaría la morriña de no estar aquí. Y es que no es gran cosa, es pequeño, no tiene muchos sitios en los que estar... pero sin duda tiene encanto, y lo mejor de todo es que no hay gente tan maravillosa en ningún otro sitio de la Tierra, por eso me encanta Sada, porque sus gentes son perfectas, y qué más se puede pedir? Pero es que los lugares... no sé, hay sitios especiales que los sientes como tuyos, y eso es lo mejor del mundo. Creo que cuando sea mayor me gustaría vivir en Nueva York, pero coger cada fin de semana un vuelo directo, y coger mi vieja bicicleta castañeante para dar un paseo. En fin, hoy creo que soy feliz.

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