viernes, 23 de diciembre de 2011

Porque tú sabes hacer que me vaya bien.


Hoy, el ambiente huele a verano. Pero no es un verano normal y corriente. Los árboles no ocultan sus ramas entre hojas y flores, aunque los pájaros cantan. Ese maravilloso sonido no es nada comparado con la melodía de tu voz. El sol brilla. Hoy. Hoy soy feliz. Canto y bailo en la acera mojada. Empiezo a correr cuesta abajo y siento la velocidad en el viento que sopla fuertemente en mi pelo. Me siento libre, creo que es la mejor sensación del mundo; a pesar de esto, si e dieran a escoger entre lo que siento hoy o darte un beso y que sonrías escogería claramente la segunda. Tienes una sonrisa preciosa, me encanta. Pero es que, cuando la sonrisa la produzco yo, eso no tiene precio. Pagaría lo que fuera por ella, hasta mi felicidad, porque te juro que el principio básico de mi felicidad son tus labios. Me encanta cuando tus dientes asoman tímidamente por tu boca, con esa dulzura que sólo tú tienes. Prefiero mil veces esta sonrisa a cuando ríes con descaro, porque esa sonrisa no tiene el placer de verla todo el mundo. Y es que cuando me la dedicas, me entran escalofríos por todo el cuerpo.
Es que hay tantas cosas que me gustan de ti... Sin embargo, sólo hay una que no soporto. No soporto cuando cierras los ojos y detienes los párpados en señal de enfado, y pones esa pequeña boquita que tanto me gusta arqueada hacia abajo. Eso es lo único que odio de ti, cuando te enfadas, y aún más cuando es conmigo, porque me haces pensar que mi vida es una mierda, y estás en lo cierto, aunque la vida es menos puta si estás aquí. Me gustaría decir también que detesto cuando lloras, pero tengo la suerte de no haberte visto llorar. Estoy segura de que se me derrumbaría la vida encima, y que lloraría yo también al verte. A parte de esto, eres la perfección hecha persona, y que a veces me gustaría ser tú, tener la vida de Doña Perfecta, me hace pensar que yo sería feliz. Y sí, hoy soy feliz. Ya veremos mañana.

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